CAMPAÑA TRABAJO DECENTE VIDA DIGNA

Escuela Nacional Sindical -Plataforma Colombiana Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 11 de octubre de 2010
 
Se presenta el "Informe Nacional de Trabajo Decente 2009. Condiciones laborales de hombres, mujeres, niñez y juventud y libertades sindicales en Colombia"

"Con cierto sinsabor, y como en una crónica pesimista, en la que no se logran encontrar rutas esperanzadoras que le ofrezcan al lector una mirada positiva sobre las complejas realidades del mundo laboral, durante los últimos tres años, hemos presentado informes nacionales sobre las condiciones de trabajo decente de las y los trabajadores en el país. Este año no es la excepción. Después de explorar y realizar un minucioso análisis del entramado laboral, además de reseñar el déficit de trabajo decente en años anteriores, este escrito es una alarma que muestra la ruta de precarización que tomó la dinámica laboral en Colombia" (...).

Como lo señalamos anteriormente, en el país se incorporó un modelo inmoral de redistribución de las ganancias y las pérdidas; de tal modo que durante épocas de crecimiento económico, a las y los trabajadores no se le mejoran sustancialmente sus condiciones de trabajo, ni mucho menos lo hacen los indicadores de bienestar; sin embargo, en momentos de decrecimiento los trabajadores pagaron parte de la crisis, reduciendo profundamente sus ya precarias condiciones de vida. Esta situación, no sólo plantea interrogantes frente a la voluntad política del Estado y los empresarios, para procurar mejorar niveles de vida de la población trabajadora, sino que además hace fuertes cuestionamientos a la moralidad de los mismos, en su intención de respetar la dignidad de las y los colombianos.

A riesgo de establecer una retórica hueca por repetir lo mismo, nuevamente debemos insistir en el preocupante panorama laboral que refleja y evidencia este informe. No es posible continuar sosteniendo el correlato imaginado por el gobierno frente a sus sospechosos progresos en materia de indicadores de bienestar social, ni en particular, el de las condiciones de las y los trabajadores. El desempleo continuó su ruta creciente, evidenciando, de paso, que los destinatarios de las peores consecuencias fueron los jóvenes. Algunos analistas de la OIT, empezaron a hablar dolorosamente de una generación perdida, marginada de la vida política, excluida del mercado laboral y del mundo estudiantil, y sin mayores opciones de vida. El desempleo juvenil aumentó no sólo por la disminución del PIB, entre el 2007 y el 2009, sino también porque la inestabilidad de la contratación asociada al empleo juvenil, permitió que los empleadores despidieran a esta población cuando se dio el impacto de la crisis. Bajo el lema "los últimos en llegar son los primeros en irse", la población joven, que se vinculó al mercado laboral, con contratos temporales, y sin posibilidades de afiliación sindical, fue la más vulnerable frente a los despidos masivos.

El informe revela además, que las mujeres jóvenes fueron las más afectadas, pues los niveles de desempleo duplicaron la media nacional; además de que las que estaban trabajando, aparecieron vinculadas a las esferas de mayor precariedad De cada 100 mujeres, 49 estaban ocupadas o buscando ocupación, mientras que en los hombres, la relación fue de 74 sobre 100 Lo paradójico es que, en promedio, las mujeres tuvieron mayores niveles de formación.

En igual dirección, el informe enciende una alarma frente a la pérdida paulatina de empleo de los jefes de hogar, situación que se agravó porque derivó en que otros miembros de la familia debieron abandonar sus estudios para ingresar al mercado laboral, para buscar alguna alternativa de sobrevivencia. Los niños se vieron afectados seriamente por este fenómeno, ya que gran parte de la responsabilidad del ingreso de los hogares se recargó sobre ellos. Esto además, supone un amplio retroceso en uno de los indicadores que, desde el año 2001, presentó un panorama positivo.

Es importante resaltar que el informe presenta un interesante, y a la vez dramático panorama de las condiciones de trabajo decente de la población negra en Colombia reflejado en un estudio representativo sobre cuatro ciudades colombianas: Medellín, Cali, Buenaventura y Cartagena. Este estudio señaló con preocupación que los hogares afrocolombianos tienen los índices más altos de pobreza, y que esto afecta aspectos vitales para la existencia y el bienestar. Además, sugirió que esta población es mucho más vulnerable y que están más expuestos a los efectos de la violencia. Los indicadores socioeconómicos también presentaron una brecha frente al resto de la población: hubo una mayor incidencia de pobreza, medida tanto por las necesidades básicas insatisfechas (NBI), como por ingresos. Y esta situación se agravó en las zonas rurales, pues en ellas, la incidencia fue superior en 40 puntos porcentuales a la que registraron los centros urbanos.

Los resultados arrojados por el trabajo de campo, mostraron enormes diferencias entre las condiciones de trabajo de los trabajadores asalariados y los informales afrocolombianos. Estas diferencias se reflejaron en indicadores como el nivel de estudios, los ingresos laborales, el tipo de contratación y la seguridad social, entre otros.

Sin embargo, puede reseñarse como positivo, que aumentaron la movilización y las reivindicaciones de derechos laborales Esta situación evidencia la crisis permanente por la que atravesaron los trabajadores y trabajadoras del país, frente a las continuas amenazas de deterioro, a los ya mínimos y agónicos derechos laborales. Es apropiado observar que por tercer año consecutivo, los trabajadores que no tenían ninguna afiliación ni representación sindical, encabezaron las protestas en el territorio nacional. Y ello ocurrió ante la desesperada situación que debieron enfrentar cotidianamente, pese a que tales acciones pudieron haber derivado en despidos colectivos u otras medidas coercitivas.

La violencia antisindical y las violaciones a las libertades sindicales, continuaron dando aviso de su intención de exterminar e inmovilizar la voz de los trabajadores y del movimiento sindical Sin embargo, durante los últimos años, las víctimas no solo tuvieron que reprimir su indignación y dolor, sino que también estuvieron obligadas a demostrar su existencia y sus afecciones Resulta curioso que la academia haya abordado el debate sobre la violencia antisindical, para intentar demostrar, con trucos estadísticos, que las muertes de sindicalistas no tuvieron relación alguna con las acciones reivindicativas que realizaron, y con ello, parecen proponer que se pueden desestimar Lo irónico del caso es que, Colombia sigue siendo, y de lejos, el país más peligroso en el mundo para el ejercicio sindical.

Por último, a modo de ejercicio empírico, se realizó un balance estadístico de los indicadores de mercado laboral, con los cuales se midió parcialmente el estado del trabajo decente en Colombia Así mismo, se propone un índice nacional, reconociendo la ausencia de información en materia sindical o de diálogo social que ofrecen los datos oficiales. De allí se pudo deducir que la situación colombiana, en materia de indicadores laborales, fue irregular en momentos de crecimiento económico, y que se tornó más preocupante y precaria en momentos de inestabilidad económica. La sentencia de que la crisis la pagan los trabajadores, se corroboró en este estudio